El volumen total de deuda acumulada por los hogares en EEUU superó los 14 billones de dólares en el cuarto trimestre de 2019 tras haber aumentado 601.000 millones de dólares. Se trata de un aumento del 4,4% en relación con la cifra registrada a comienzos del año pasado, señala el informe publicado por la Reserva Federal de Nueva York.
A su vez, los préstamos hipotecarios para jóvenes de entre 18 y 29 años batieron un nuevo récord tras haberse situado en 1,04 billones de dólares. Se trata de una cifra que no había sido registrada desde el tercer trimestre del 2007, justo antes de la crisis hipotecaria.
Mientras tanto, la deuda estudiantil en EEUU ha pasado de 1,46 billones —registrados a finales del 2018— a 1,51 billones al cierre del 2019. Uno de cada nueve estudiantes demoró el pago o se declaró en quiebra el año pasado. Sin embargo, la cifra podría ser mayor. Actualmente la mitad de préstamos estudiantiles se ha prorrogado, atraviesa el período de gracia o no se recauda forzosamente. Son factores por los que estas deudas no han entrado en el ciclo de reembolso, y una vez sí lo hagan la tasa de morosidad puede duplicarse, advierten los analistas de la Reserva Federal de Nueva York.
A corto plazo que aumenten los préstamos puede repercutir en que se acelere el crecimiento económico y suba el empleo. Inicialmente los hogares contraen más deudas para comprar nuevas casas o automóviles. Estas actividades dan un impulso positivo a la economía, dado que los fabricantes de automóviles y las empresas especializadas en la construcción empiezan a contratar cada vez más empleados.
No obstante, a los tres o cinco años dicha tendencia positiva suele cambiar de rumbo. Los hogares demasiado endeudados pueden verse obligados a reducir sus gastos para poder reembolsar sus préstamos. Como resultado, el crecimiento económico se ralentiza y alcanza niveles inferiores a los de antes mientras que la posibilidad de una crisis financiera aumenta. Con todo ello, cuanto mayor sea el endeudamiento —característico de los países desarrollados—, más fuertes son sus efectos negativos en la economía, concluyen los analistas del Fondo Monetario Internacional.