Al menos tres veces se han encendido las alarmas por posibles casos de coronavirus en el territorio colombiano, pero afortunadamente todos resultaron negativos. El Instituto Nacional de Salud (INS) anunció que desarrolló una prueba que permite detectar casos en ocho horas sin necesidad de enviar las muestras a Estados Unidos para su evaluación, lo que, según el organismo, convierte a Colombia en el primer país de América Latina en contar con este recurso.
Según se relata en el periódico colombiano El Tiempo, el equipo realiza investigaciones de campo para evitar que diversos virus, como el sarampión, se propaguen. Estos 'detectives de las enfermedades' tienen "la misión de ir al terreno para investigar el foco de las epidemias (...), plantear hipótesis de manera rápida (...), e informar sus conclusiones a las autoridades para que tomen medidas".
La inminente diseminación del coronavirus por el mundo vaticina que estos profesionales de la salud tendrán mucho trabajo en los meses venideros. Este viernes se confirmó el caso del primer latinoamericano con coronavirus: el de un argentino pasajero del crucero japonés Diamond Princess, que está en cuarentena en las costas de su país.
Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay 270 casos confirmados fuera de China (donde hay 32.211 infectados y donde han muerto 637 personas), y una muerte, ocurrida en Filipinas.
Desde la creación del programa, prácticamente todas las epidemias o amenazas para la salud pública han sido investigadas por esta fuerza de despliegue.
Epidemias en Colombia
- En 1995, a partir de entrevistas y exámenes a la población, lograron determinar que una epidemia en La Guajira no era de dengue, sino de encefalitis equina venezolana —en los humanos, las dos enfermedades tienen síntomas parecidos—. "La información fue fundamental para hacer un anillo de vacunación de equinos en los alrededores, lo que al final provocó el declive de la epidemia", se lee.
- Estos detectives también ayudaron a elaborar los planes de respuesta ante amenazas que no se consumaron en Colombia —ántrax en 2001, Sars en 2003 y ébola en 2014—, o ante epidemias que efectivamente llegaron, pero tuvieron un impacto menos grave que el esperado, como fue la de AH1N1 en 2009.
"El trabajo de los epidemiólogos de campo es anónimo, en buena medida porque su deber es evitar el pánico en la comunidad —dijo a El Tiempo Martha Lucía Ospina, directora del INS—. Pero eso no le quita lo heroico, si cabe decirlo: deben ser los primeros en estar en los lugares donde hay brotes o desastres, y eso tiene riesgos, unas veces porque las epidemias comienzan en lugares remotos, de muy difícil acceso o inseguros, y otras veces porque las enfermedades que investigan pueden ser contagiosas".