"Necesitamos reducir las emisiones un 35% para 2030 respecto a los niveles de 2010, conseguir la neutralidad de carbón para el 2050 y estabilizar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados para el final de siglo. Sin alcanzar estos objetivos no habrá una transición justa, sólo la supervivencia del más rico", dijo Guterres.
En su discurso, Guterres dijo ser consciente de que las transformaciones necesarias para contener el aumento global de la temperatura generarán un fuerte impacto en los modos de vida de millones de trabajadores de todo el mundo, especialmente en países dependientes de los combustibles fósiles.
Pese a ello, Guterres se mostró convencido de que la transición "de una economía gris a una economía verde" también abrirá puertas a "enormes oportunidades".
En concreto, aseguró que el cambio a una economía baja en carbono representa "una oportunidad de crecimiento de 25 trillones de dólares" con la que "se pueden crear 65 millones de nuevos empleos para el año 2030".
"La economía verde es la economía del futuro", añadió.
A su modo de ver, una de las mejores herramientas para avanzar hacia esa economía verde se encuentra en los compromisos nacionales de los países firmantes del Acuerdo de París.
En ese sentido, Guterres hizo un llamamiento a que esos planes nacionales incluyan modelos para que los trabajadores afectados puedan vivir "una transición justa" mediante planes de formación para adaptar las capacidades de la gente a las nuevas oportunidades ligadas a la economía verde.
El secretario general de la ONU insistió en que "no se puede tener un pie en la economía gris y otro en la economía verde al mismo tiempo", por lo que propuso que el dinero actualmente destinado al subsidio de los combustibles fósiles se dedique, por ejemplo, a reducir los impuestos sobre los ingresos de los trabajadores.
A su modo de ver, la crisis climática demanda respuestas imaginativas que no solo deben ir encaminadas a reducir la temperatura global, sino también a "hacer mejor la vida de la gente".