Las mediciones del equipo de astrónomos han revelado que el asteroide de agosto explotó en las capas más altas de la atmósfera de Júpiter. Pero fue suficiente para liberar una energía equivalente a 240 kilotones de TNT, o lo que es lo mismo, un poco más de la mitad de la energía de la explosión de Cheliábinsk de 2013.
Según los astrónomos, Ramanakumar Sankar y Csaba Palotai, del Instituto Tecnológico de Florida (EEUU), el diámetro del cuerpo era de entre 12 y 16 metros y su masa pudo haber sido de hasta 450 toneladas.
Las colisiones de asteroides en Júpiter no son una excepción. Debido al colosal tamaño del planeta, los astrónomos creen que recibe anualmente entre 20 y 60 impactos. Sin embargo, como está tan lejos de la Tierra —a 700 millones de kilómetros— se hace difícil detectarlos desde nuestro planeta y grabarlos. Cuando se consigue, los astrónomos calculan —en base a la distancia entre ambos planetas— la energía que se necesitaría para hacer visible la colisión.