El presidente brasileño ofendió a la esposa de su homólogo francés, al reírse con un mensaje despectivo y misógino que circuló por las redes sociales. Uno de los seguidores de Bolsonaro en Facebook publicó las fotos de los dos estadistas al lado de sus respectivas primeras damas, comparándolas y afirmando que el francés envidiaría al brasileño e insinuando que sería por la diferencia de edad. "¿Ahora entienden por qué Macron persigue a Bolsonaro?", preguntaba el internauta. Macron es 24 años más joven que su mujer, Brigitte, mientras que Bolsonaro es 27 años mayor que su esposa, Michele. En vez de reprobar esa comparación sexista y zafia, Bolsonaro escribió: "No lo humilles, hombre. Jajajaja". Macron no se anduvo por las ramas y respondió que esperaba que los brasileños tuvieran "pronto un presidente a la altura".
La prensa gala se echó encima de Bolsonaro no sólo por sus insultos sino también por su actitud indolente hacia la Amazonía, verdadero pulmón del planeta. Macron declaró que esta gigantesca región, tan fundamental para el clima del planeta, y compartida por nueve países —Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, la Guayana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela—, podría tener un estatus internacional, lo que fue interpretado como una provocación para el nacionalismo brasileño, del que Bolsonaro es el máximo representante.
El periódico regional francés L"Union, que se edita en Reims, llegó a escribir lo siguiente: "Si la estupidez y la irresponsabilidad tuviesen un premio Nobel, éste sería indiscutiblemente otorgado a Jair Bolsonaro, a pesar de la fuerte competencia actualmente en el escenario internacional en tiempo de pobreza intelectual". Sobran los comentarios.
Bolsonaro había sido invitado a una cumbre regional exprés, convocada en la localidad colombiana de Leticia, para debatir allí la coordinación de acciones que detengan la devastación de la Amazonía. Fueron invitados todos los líderes de la cuenca amazónica, a excepción del venezolano Nicolás Maduro, vetado abiertamente por Bolsonaro, quien tampoco acudió a la cita, alegando precisamente cuestiones de salud, aunque finalmente participó por videoconferencia.
El líder de extrema derecha, de 64 años, alega que Brasil sufre un ataque del exterior, y que otros países están utilizando la desforestación y los incendios en la Amazonía como "propaganda contra Brasil". También sostiene que los incendios son una cuestión cultural en Brasil y en otros Estados amazónicos para conseguir nuevos terrenos para el pasto de ganado. Esa reacción está provocando que, por ejemplo, Alemania y Noruega anunciaran en agosto que suspendían la donación de decenas de millones de euros a un fondo de protección de la Amazonía por la postura de la Administración de Bolsonaro ante el problema medioambiental.
Lo cierto es que el área deforestada de la Amazonía observada en julio por los satélites brasileños alcanzó un total de 2.254 kilómetros cuadrados, una superficie equivalente a un tercio de todo el volumen desforestado en los últimos 12 meses, entre agosto de 2018 y julio de 2019, periodo en el que la deforestación llegó a los 6.833 kilómetros cuadrados. Sólo en agosto se sumaron otros 1.698 kilómetros cuadrados más, lo que representa aproximadamente la extensión de toda la ciudad de Sao Paulo, la primera metrópoli de América en número de habitantes. Eso significa, en otras palabras, que la deforestación aumentó un 222% en agosto con respecto al mismo mes del año pasado. Estas alarmantes cifras proceden de los datos obtenidos de la Detección de Deforestación en Tiempo Real (Deter), un programa específico de observación desarrollado por los científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), la NASA brasileña.
A Bolsonaro, un exoficial del Ejército nostálgico de la dictadura militar que lleva en el poder sólo desde el pasado mes de enero, le eligieron los brasileños no por sus méritos o su experiencia sino porque representaba el voto de protesta, un símbolo contra el Partido de los Trabajadores y su candidato, Fernando Haddad. Contó entonces con la simpatía de la clase media y con mucho apoyo del poderoso lobby agrícola y minero. Ahora ya tiene hasta el rechazo del principal periódico del país. Folha de Sao Paulo le dedicaba un editorial el 2 de septiembre que hacía balance de su gestión, donde aseguraba que "son raros los días en que la nación se salva de declaraciones extravagantes o medidas cuestionables del jefe del Estado, empeñado en disputar consigo mismo un maratón de insensatez".