Se produjeron en las ciudades de Barcelona y Cambrils hace justamente un año. Pero las heridas aún están abiertas.
"Con el paso del tiempo, el dolor para la ciudadanía en general se aplaca, pero a las familias de los fallecidos y los heridos ese dolor y ese sufrimiento aún les va a perdurar durante bastante tiempo", dijo a Radio Sputnik el presidente de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas, José Vargas.
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Entre la infinidad de preguntas que aún rodean los trágicos acontecimientos del 17 de agosto de 2017, la principal quizás sea cómo acabar con el terrorismo yihadista.
"Para mí lo primordial sería controlar mucho mejor los flujos migratorios, es decir, procurar de controlar mucho mejor quién entra en Europa, así como controlar a los imanes que predican en las mezquitas que hay en toda España", sostuvo José Vargas.
Afirmó que ello conduce a que el problema del "radicalismo islámico" no se aborde de "forma correcta", lo cual, entre otras graves consecuencias, podría desencadenar un fuerte terremoto político y social.
"Si no se habla claramente sobre estos problemas, la respuesta de la población civil va a ser que va a votar a partidos fascistas que realmente son xenófobos. O sea, si los países no adecuan sus sistemas para defenderse ante este peligro, que es real, la opción son partidos de extrema derecha, ultraradicales, que odian a todos los inmigrantes y no diferencian entre radicales musulmanes y moderados musulmanes", advirtió.
Por su parte, el presidente de la consultora vasca EKAI Center, Adrián Zelaia, llamó a intensificar la lucha contra los extremistas en Siria, entre otros lugares.
"Creo que es muy importante el debilitamiento estructural del terrorismo yihadista que se está produciendo fundamentalmente en su cuna, en Oriente Medio. Y ello gracias, fundamentalmente, a la intervención de Rusia", manifestó.