El encantamiento duró todo el día y estuvieron en él implicados miles de hinchas argentinos que, vestidos con la camiseta de la selección, entonaron cánticos a pleno pulmón ante la mirada atónita de los petersburgueses, quienes no dudaron en grabarlo todo. Los cánticos los acompañaron con saltos coordinados y danzas. Motivos suficientes para pensar que había algo místico detrás de todo eso.
"Porque los jugadores me van a demostrar que salen a ganar, que quieren salir campeones, que nos llevan adentro como los llevo yo", repetían estos 'chamanes' argentinos.
Para asegurarse la victoria, los hinchas de la 'albiceleste' no dudaron en echar mano de otros medios, como es el hermanarse entre ellos por las calles de Pedro el Grande con un termo en una mano y el mate en la otra. "Pasa, pasa —decía uno de ellos—, echale más agua".
También colgando enormes pancartas para animar a la selección de Messi desde el balcón, desnudos y con la música demasiado alta. El resto de aficionados argentinos seguía el espectáculo por la calle. Una actuación que acabó con la intervención de la policía urbana. "Abran el portal, somos la policía". Contra eso no funciona ningún hechizo, argentinos.
"Vamos Argentina, sabés que yo te quiero, hoy hay que ganar y ser primeros". Versos que surtieron efecto en el estadio Krestovski de San Petersburgo, donde los rituales siguieron sucediéndose.
Por eso a nadie le debe extrañar que Argentina marcase los dos goles que le llevaron a superar una fase de grupos infernal. Messi y Rojo metieron los golpes, pero la afición albiceleste estuvo detrás.