Esta vez, el destructor de misiles británico HMS Duncan, que acompaña la fragata turca Gaziantep, ha entrado en el mar Negro. Parece una situación regular: Turquía, miembro de la OTAN, tiene acceso al mar Negro y Ucrania es un candidato potencial para ingresar en la Alianza. Sin embargo, en realidad, este país es solo "una plataforma para implementar grandes proyectos geopolíticos anglosajones", subraya el autor.
Ilín recuerda que este año el mar Negro ya ha sido "visitado" por el destructor USS Carney, equipado con el sistema de defensa de misiles Aegis y docenas de misiles de crucero Tomahawk. En verano del año pasado, varios barcos de la OTAN entraron en esta zona acuática para participar en unas maniobras conjuntas con Ucrania.
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"De hecho, no tiene precedentes. Actividades de inteligencia cerca de las fronteras rusas se llevan a cabo de manera abierta y permanente. Los aviones rusos se ven obligados a escoltar las aeronaves de la OTAN. Sin embargo, cada vez el Pentágono acusa sin fundamento a los pilotos rusos de 'acercamientos inseguros'".
"Está claro que la creciente tensión en la región por medio de acciones de provocación es otra herramienta de presión sobre Rusia. No se puede descartar que Washington, junto con sus socios, pueda recurrir a una provocación relacionada con Donbás o Crimea", apunta.
Ilín argumenta que Ucrania fortalece activamente sus posiciones cerca de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk. Y las elecciones del presidente ruso en marzo es una ocasión conveniente para una provocación, añade el periodista.
"No obstante, es ingenuo esperar que Moscú no tenga contraargumentos ni opciones para una respuesta adecuada e inteligible, tanto política, como militar en el peor caso", concluye.