Una de las cámaras de a bordo del rover, que aterrizó en uno de nuestros vecinos galácticos más cercanos en el año 2012, tomó 16 imágenes separadas que muestran varios puntos de su viaje, vistos desde la cima de la cresta Vera Rubin, que luego se unieron para formar una imagen panorámica.
Desde una altura de 327 metros se observa el cráter que tiene entre 3.500 y 3.800 millones de años de antigüedad y cubre un área de 154 km de diámetro.
Debido a una atmósfera increíblemente fina del planeta, en el fondo del impresionante paisaje se ve una montaña que está a más de 80 km de distancia.
Gracias a unos ingeniosos efectos visuales que le dan al panorama un tono azul, en lugar del distintivo rojo oxidado normalmente asociado a Marte, el paisaje adquiere un aspecto extrañamente común para los ojos terrestres.
Además de unir las fotos para crear una toma sin fisuras, la NASA también ajustó su balance de blancos para que la roca esparcida por las pendientes y la superficie plana del interior del cráter tuviera el mismo color como en condiciones de luz diurna en la Tierra.